martes, 25 de agosto de 2009

La Araña en su tela (a peronist metáfora)



Por Garufa

La cosa sería más o menos así:

La araña comenzó a construir su espacio con su telaraña, paciente o rapidamente, con reflejos o con fuerza, enseguida se hizo de un gran poder. Casi nadie se animaba ni siquiera a nombrarla o a pasarle cerca, pues caer preso de esos pegajosos hilos era algo realmente muy fácil, y fatal.

Una vez apareció un bicho que necesitó de la araña, bicho vivos si los hay, la tentó con comida para poder proteger a los otros bichos de sus venenosos pedipalpos. Bicho rápido y ágil también, para cuando la araña se dió cuenta, ya fue muy difícil alcanzarlo, pero tenáz y paciente, la araña y otros bicharracos amigos fueron acorralando al bicho hasta casi liquidarlo.

Sin embargo el bicho zafó, la araña había construido su tela de manera fácil, creyéndola indestructible, sin consolidarla, sin ser fiel a su entramado, por lo que la tela, en un momento, y en un sector, donde el bicho estaba, se rompió.

El bicho aprovechó la situación; sabía que la tela era peligrosa sólo si la araña era quien la dominaba, y sabía también que parte de esa tela era del gusto de muchos otros bichos.

Para cuando nuestro bicho justiciero arregló la tela, la araña ya estaba en estado desesperante, y desesperada amenazaba al bicho, que ya practicamente caminaba confiado. Al correr, la araña se enredó en su propia madeja, y ahí quedó, inmóvil, estéril, contemplada impunemente por los otros bichos, que antes eran sus sometidos. Los amigos de la araña tomaron actitudes distintas, pero casi todos se hicieron los desentendidos.

La araña sigue enredada, y nadie se anima a rescatarla. Habrá que cuidar que no se zafe, que alguien no le dé una manito. En eso está el bicho justiciero y muchos de los bichos que rescató.

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