jueves, 5 de mayo de 2016

Un reconfortante renacer de sentimientos casi olvidados.

Hay cosas que el avance de la tecnología parece haber sepultado en el olvido. En estos tiempos de comunicación electrónica, de 4G, de "whatsapp" (al que mentalmente traduzco como "¿que sapa?"), de skype, y de sms, el recibir el anuncio de que alguien te manda algo por el Correo Argentino, despertó en mí sensaciones casi olvidadas.

Ese tiempo de espera, desde que el corresponsal te advierte, "Ahi te mandé algo por Correo" hasta que pasa el cartero, tiene un componente de expectativa que las nuevas generaciones desconocen, y las anteriores casi hemos olvidado.

La espera, la emoción de abrir el sobre y leer el contenido es algo que no deberíamos haber perdido, pero bueno, por ahi llega algun amigo al rescate de emociones y sentimientos que estaban arrumbados en algun rincón.

El amigo Gustavo Marcelo Sala, que no es ningún negado a las tecnologías modernas, (sus blogs "Las Balas del Campanario" y "Las Cuitas del Faca Godoy, dan fé de lo que digo) ha escrito un libro: "Los Rincones del Anfitrión". Si bien no califico ni por asomo al perfil de crítico literario, y aún si lo fuera, me resultaría muy dificil calificar la obra de un amigo, digo que me resulta de lectura agradable, con un trasfondo sociológico de lo que son las actividades culturales "pour la gallerie" de las medianas comunidades del interior profundo, donde se mezclan insatisfacciones de vida, con el revulsivo que significa la existencia de alguien,que en una especie de exilio interno, elige vivir en uno de esos parajes o estaciones casi olvidadas, que al decir de mi amigo Hugo Ratier en "Poblados Bonaerenses" son a veces solo referencias en oxidados carteles camineros. Ese alguien, poseedor innato de un talento literario y una intelectualidad superior, es quien viene a remover toda esa cultura pueblerina, cultivada amorosamente por Profesoras de Letras de las Escuelas Secundarias, y señoras de "buena familia", éstas en la búsqueda de algo que les de sentido a sus vidas, mas allá de sus hijos ya grandes cuya independencia las ha dejado en una especie de orfandad a la inversa.

Gracias Gustavo por dos cosas: la primera por el libro, y "last but not least" por hacerme revivir gratos sentimientos olvidados con respecto a la comunicación.

Antonio (el Mayolero)

1 comentario:

Nos Disparan desde el Campanario dijo...

Por estas grandes pequeñas cuestiones que algunos observan menores vale la pena seguir adelante.. Gracias Antonio..

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