El mundo cruje sordamente. Al margen de enfrentamientos armados en Medio Oriente, que solo son exteriorizaciones periféricas de otras pujas mas de fondo, otras formas de guerra van teniendo desarrollo de forma mas "civilizada".
Derribado el Muro de Berlín, Francis Fukuyama, vaticinaba el fin de la historia y de las ideologías, como si el supuesto triunfo de una ideología sobre otra hiciera desaparecer a la triunfante. La vieja Europa del Oeste, durante años la "vidriera" de bonanza y bienestar que se le mostraba a la Europa del Este, pasado un tiempo, creyó innecesario seguir teniendo ese "gasto" que le significaba el bienestar de sus pueblos.
Mientras tanto, allá en el Extremo Oriente, luego de la "Revolucion Cultural" de Mao Tse Tung, China comenzaba a salir del sistema productivo casi medieval, y comenzaba un crecimiento y una serie de transformaciones, de las que solo nos ibamos enterando a través de las Agencias Internacionales de Noticias, (United Press, Reuter) que nos informaban de lo que a ellos les convenía que supieramos.
China fue haciendo su propia Revolución Industrial tal como la vieja Europa lo hiciera a mediados del siglo XIX, creando una nueva burguesía industrial y comercial, y transformando su mano de obra campesina en mano de obra calificada en sus industrias.
Esos procesos restan a la produccion alimentaria, que debe buscar otras fuentes de abastecimiento, ya que la mano de obra urbana no se autosutenta como la rural, y entonces China se transformó en una gigantesca aspiradora de "commodities" granarios, para gran alegría de los grandes jugadores del Mercado Agropecuario. Bunge, Cargill, Dreyfus, Alvin Toepfler, NIDERA, se transformaron en abastecedores de la República Popular China.
Pero los pacientes y perseverante Chinos tenían otras ambiciones, y no eran menores: simplemente querían ser la primera economía del mundo. ¡Casi nada le pide el cuerpo! Y para serlo, deben darse ciertas condiciones básicas. y la soberanía alimentaria es una de las fundamentales.
La vieja Europa del siglo XIX lo solucionó colonizando America Latina y Africa, ya fuera por las armas o por cooptacion de sus clases dirigentes.
China ha incrementado, modernizando y tecnificando su agricultura, su producción. Abriendo otros caminos hace unos cuantos años puso un pié en Africa, desarrollando agricultura extensiva, a cambio de obras de infraestructura.
Ha venido siendo el principal cliente del Mercosur, siempre a traves de las Multinacionales granarias, pero en los ultimos años ha planteado el intercambio en otros términos, intentando colocar sus capacidades industriales y "know how" en grandes obras como centrales nucleares, centrales hidroeléctricas, construcciones y material ferroviario, en cambio de los commodities que aún necesitaba.
Ahora China tiene en sus manos voluminosos stocks de maíz y soja, y un sistema productivo moderno y en crecimiento, lo que hace necesario un replanteo diplomático de las relaciones comerciales entre America Latina y China.
Al mismo tiempo, China jaquea a la primera potencia (EEUU) con su tenencia de Bonos del Tesoro, que la ha convertido en el principal acreedor de los EEUU, pero por otra parte, habiendose adueñado de NIDERA, como ya dijimos, amenaza con volcar sus stocks de soja y maíz al Mercado Internacional, lo que puede significar graves dificultades para los "farmers" del Medio Oeste y el Cinturon Maicero de los EEUU, y gravísimas consecuencias para los pequeños y medianos productores Argentinos. No tan así para los grandes productores y pooles de siembra, ya que al estar integrados verticalmente a la exportacion, tienen una posicion dominante en nuestro mercado de tierra. Arrendadores y contratistas seguramente serán la variable de ajuste para nivelar sus balances.
Por otra parte es facil de averiguar que aproximadamente el 40% de los productos que pueblan las góndolas de los Supermercados Europeos, salen de fábricas, subsidiarias de NIDERA, lo que tambien es una espada de Damocles sobre las mesas de Europa.
No quiero ni debo ni puedo entrar en la fácil de reprocharles (a arrendadores y contratistas) su ceguera de haber votado a un gobierno de filibusteros e ignorantes rapiñeros a los que nada les importa mas que el inmediato beneficio de algun negocio financiero.
Pero la torpeza y la ignorancia que están demostrando nuestras autoridades en el manejo de esta situación será dificil de justipreciar a traves del tiempo. El "buscaremos otros mercados" no va mas alla de una declaracion de principios, o de una de las tantas fantochadas a las que nos tendremos que acostumbrar: "Hasta que venga un criollo/ en esta tierra a mandar" como decía Martin Fierro.
Antonio (el Mayolero)
Durante los nueve meses transcurridos de este año el endeudamiento externo aumentó a niveles considerables. El país tomó deuda por un monto aproximado a los U$S 64.000 millones, lo cual no sería preocupante si su destino no fuera el que en la realidad se observa. Está claro que el endeudamiento por sí solo y aislado sin tener en cuenta el destino, no pude ser considerado perjudicial, sino todo lo contrario. Tal es el caso de una familia que se endeuda para comprar una casa; en ese caso el destino del endeudamiento es más que productivo si tenemos en cuenta que es en pos de estar mejor en un futuro y, suponiendo que antes alquilaban, el dinero destinado mensualmente a pagar la renta podrá ser destinado a fines más productivos. O acaso una fábrica, en donde sus dueños toman un crédito para comprar una máquina que les permita aumentar la producción.
Al tomar como ejemplo el endeudamiento de una familia o una fábrica observamos que el Estado se administra de una forma muy distinta. El equipo económico actual, cuyas decisiones moldean en gran parte los destinos económicos de la mayoría de nosotros, está actuando de manera irresponsable en el manejo de la deuda externa, ya que en vez de destinarla al financiamiento de obras de infraestructura y bienes de capital —que son los que permiten capitalizarse en el futuro y generar ingresos de dólares provenientes de sectores productivos—, la utilizan para pagar esa misma deuda: está destinando gran parte de esos fondos para subsidiar gastos corrientes —como si una familia tomara un crédito para hacer las compras en el supermercado o el dueño de la fábrica para pagar el sueldo de sus empleados— y para abastecer la demanda de dólares por parte de individuos y empresas. En el primero de los casos esos recursos quedan fuera del sistema productivo porque, como sabemos todos, el argentino medio tiene una predilección irracional por la moneda estadounidense y, una vez que la obtienen, la atesoran, es decir, no la vuelcan por medio de los canales formales al aparato productivo. Y en el caso de las empresas, giran ese dinero al exterior en forma de utilidades. Resulta evidente que cualquiera de esos dos destinos no contribuyen a generar las condiciones para depender cada vez menos de la toma de préstamos, por lo que se termina generando una dependencia peligrosa del endeudamiento, pues son necesarias cantidades mayores de deuda para pagar los intereses y capitales adeudados más los dólares que de por sí requiere la economía.
En el camino, una pequeña parte de la población parece satisfecha porque puede acceder libremente a comprar los dólares que tanto anhela y, aún más, sin restricciones mensuales ni garantías que demostrar. Sin embargo, la gran masa de dólares es adquirida por una minúscula parte de la sociedad, y cuando pocas personas tienen mucho poder de mercado, —esto significa que en un período de tiempo podrían demandar muchísima cantidad de dólares— la vulnerabilidad del sistema económico es altísima y la suerte de la gran mayoría queda librada al humor del mercado. Pero el mercado no existe, no se lo ve, el mercado son unos pocos privilegiados que no solo cuentan con grandes cantidades de dinero, sino que también —y casi lo más importante— poseen información muy útil a la que pocos tienen acceso. Y cuando esto ocurre es claro que el endeudamiento externo en vez de ser una fuente de crecimiento para la economía termina siendo su peor enemigo.
*Leandro Pili es estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata y columnista del programa radial Voces Cooperativas.