domingo, 10 de noviembre de 2013

Vale la pena recordarlo.

Cuando se tiene vocación por servir y se ama al país; cuando el país necesita de sus gentes, la inercia es complicidad y la quietud una culpa por omisión. La emergencia obliga a que no permanezca inactiva ninguna voluntad capaz, a que no se reste un solo esfuerzo en la eterna y verdadera lucha por la liberación, en el enfrentamiento a la dependencia y sus cómplices, ocultos o identificados. Hay que estar prevenidos contra la defección y el “no te metás”. Diversas circunstancias pueden aislar a quienes se sienten con deseos e inclinación para actuar. Algunos mayores perciben con frecuencia que las exigencias serán demasiado duras y casi insuperables. Se sentirán descreídos y se encerrarán en su propio, angustiado y egoísta círculo. Habrá que recordarles que la permanente actitud de los contrarios es aislar, impedir que las personas se congreguen, se estimulen mutuamente, confluyan en una acción común. Al autoritarismo ni siquiera le importa el número de las fuerzas opuestas, si se logra neutralizarlas en soledad. Hay que proceder a la inversa: sumar, juntar, unir, movilizar, congregar, reconciliar, incorporar a quienes se conjugan en principios comunes. Esa es la tarea eficaz, que da respuestas y prepara a la victoria final. La clave del futuro, nuestra llave maestra en los tiempos que vendrán, se deposita en la formación moral y mental de nuestra juventud y en el ímpetu con que cumpla el histórico rol que viene desempeñando desde los registros más remotos de la historia. Las modalidades de cambio no se exportan ni se importan. Las revoluciones surgen de la coyuntura y de la propia entraña. Cada nación defiende por sobre todo, como valor absoluto, los intereses nacionales que impactan sobre los sociales. Nadie será libre si no está liberado el medio en que habita. Y el concepto se extiende a la Patria Grande. Hay que revitalizar la confianza en un futuro mejor para nuestro pueblo; es difícil pero es posible. La lucha es y será eterna y proseguirá para el género humano cuando las nuevas generaciones lleguen a su ocaso. La lucha es la sal de la vida, lo que justifica nuestra pasajera residencia.

Fragmento del Libro Mensaje a la Juventud Oscar E. Alende, 1985

1 comentario:

Nos Disparan desde el Campanario dijo...

"Nadie será libre si no está liberado el medio en que habita. Y el concepto se extiende a la Patria Grande".

Por cosas como éstas uno estaba convencido por aquel entonces que el Viejo Médico de Banfield era un precursor en cuestiones que hoy nos suenan corrientes dentro del discurso político actual.

Te agradezco Antonio la evocación. Allá por el 85, en las legislativas, logramos casi un millón de votos.. después la confusión, y con ella... bueno, no arruinemos el momento..

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