lunes, 17 de agosto de 2009

El Reposo de un Guerrero


Por Garufa


Podía hacerla fácil y empezar a comparar a ambos Generales, ambos con mitá de su sangre india, ambos décadas en el exilio; o podría comparar a ambos Comandantes, ambos guerreros revolucionarios, ambos rebeldes, y ambos con problemas respiratorios y una salud frágil .
Pero no vale la pena comparar a San Martín con el Pocho o el Che para demostrar el por qué de su grandeza peronista.

Luego de que uno vaya a sabér que joraca pasó en Guayaquil con Bolívar (el incomprendido por Marx, el que encanó a Miranda, el que terminó (?) de liberar Sudamérica, el que soñó con la Gran Nación Sudamericana, el que labró sobre el océano), San Martín partió para nunca más volver, dejando una frase bastante explícita: "Bolívar y yo no cabemos en el Perú".

A los 45 años, viudo y junto a una desconocida pequeña hija se va para Europa. Mientras Lavalle, el Fusilador, ante el rechazo de San Martín de ponerse al frente de su Ejército para la lucha contra las Montoneras, lo trata de ladrón, de huir con el dinero del Perú.

En la agitada París, al llegar a la aduana los retienen durante 20 días, temiendo que su presencia en la ciudad genere más inestabilidad, y los despachan hacia Inglaterra. En Escocia, él es recibido con honores, anunciado en diarios y declarado ciudadano ilustre.

Entre esas cosas, cenando en Londres con Rivadavia y otros, lo recontra putea y lo invita a batirse a duelo, lo que el muy cagón y traidor del sillón rechaza, y una vez que es presidente, disuelve Granaderos y ningunea a su comandante de la historia.

Luego se retiran a Bruselas, a vivir con su hermano Rufino, donde comienza una vida muy austera debido a las erróneas inversiones que hizo con la guita que se llevó y a que desde América no le mandaban los pagos atrasados. En un barrio bajo, al lado de un canal maloliente, comienza a pasar su tiempo leyendo y dedicándose a la carpintería. Pero sigue siendo reconocido en Europa, y los masones, para homenagearlo, mandan a hacer una serie de medallas con su perfil.

En esos años de Bruselas le escribe a Merceditas las tan mentadas en los actos escolares 10 Máximas, entre las cuales "Despreciarás el Lujo" justamente no parece ser la que muchos que dicen admiarlo recuerdan.

Con Merceditas pupila en un colegio Inglés, se pa' Buenos Aires como José Matorras, para ordenar sus finanzas y reclamar lo adeudado. Pero llega en pleno golpe del fusilador Lavalle a Manuel el Coronel, por lo que niega el suelo de la ciudad donde Dios atiende y se refugia en Montevideo para volverse a Europa para nunca más volver.

A su vuelta a Bruselas, su hija pinta su retrato más famoso, el de él con la bandera del compañero Belgrano. Luego en sus últimos años también pintará su retrato de anciano con bigotes.

Con una Europa agitada, la revolución llega a Bruselas y los revolucionarios le ofrecen al General la conducción de las tropas rebeldes, que si bien apoya, no acepta y recomienda a un amigo suyo, el General Van Halen (¿algo de Eddie y Alex?).

Luego se van a París donde el cólera lo tiene durante 7 meses en la convalescencia, a punto de morir.

Luego, en ese período tal vez comience a vivir una vida menos desdichada, se reencuentra con su amigazo Aguado con el que comparte largas cenas, chupando y morfando con personalidades de las artes y la cultura, como Balzac o Rossini. Por lo que hasta se podría pensar de algún cruce con Carlitos el marxista, por qué no.

Era un tipo muy requerido y muy respetado, tanto, que el Rey Luis Felipe lo invita a la recepción anual de embajadores y se entrevista con él.

Ya en 1848, en plena "Revolución de las Barricadas", la de los Miserables de Victor Hugo, decide trasladarse con su familia a la costera y definitiva Boulogne Sur Mer, no sin antes reconocer que la lucha es "la del pobre, la del proletariado, con el rico, con el capitalista".

Dos años después muere, casi ciego por cataratas, en esa ciudad marítima que los Aliados, ya en la Segunda Guerra Mundial, bombardearon y cañonaron hasta el hartazgo desde el mar para liberarla de los nazis, destruyendo todo edificio que daba a la costanera, pero dejando intacta, sin un razguño, la estatua ecuestre del General americano envuelto en su bandera; estatua que también los nazis decidieron ni tocar a al hora de afanarse los materiales estratégicos, como el bronce, en su retirada. 10.000 personas, granaderos y soldados franchutes, asistieron a los actos de inauguración de ese monumento, en 1909.
Hoy se la puede ver solitaria en la costa Boulognesa, como su retratado, en su exilio, su reposo.

"No busquen entre los muertos al que vive" Gral José de San Martín.


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