La resignación

Anoche me crucé con un viejo laburante que lo veo laburar desde hace años, cada mañana, todos los días, viejo, calloso, cansado...y le pregunté cuánto le faltaba para jubilarse. Menos de un año me respondió, pero luego agregó que en este país (le faltó el clásico "de mierda") uno nunca sabe, porque hoy te dicen una cosa y mañana otra, entonces capaz que me jubilan dentro de diez años.

La puta que lo parió me dije a mis adentros, el discurso instalado es demasiado fuerte, tan fuerte que supera a la realidad, porque desde que el 25 de Mayo aquel de 2003 el kirchnerismo comenzó su gobierno, ni una sola variable que implique el trabajo de los laburantes fue modificada abruptamente, y es más, si hubo modificaciones, todas, pero absolutamente todas, fueron a favor de quien trabaja.

Otra hijaputez instalada, que a los laburantes no los van a jubilar más, que se vienen los patacones, que vuelve el corralito, que vacían las cajas de previsión social, que no van a pagar los sueldos... y así podríamos seguir con las anteojeras por bastante rato.

Así que el señor, de contarme que no sabe a ciencia cierta si en este país poco serio lo jubilarán como corresponde, pasó a contarme con una grata sonrisa que su jubilación va a ser de sueldo pleno.

Yo a veces creo que la gente tiene miedo de decir que las cosas para ellos están bien, muy bien para muchos, y entonces al comentar algo necesitan su elemento apocalíptico que les de sentido de pertencia a una sociedad malhumorada y hecha mierda.

Y esto es preocupante, sobre todo por lo que plantea Pasquini Durán en esta nota en el primer párrafo.

¿Y si luego de tanta construcción en las próximas elecciones la ahora resignación de la clase media odiosa del modelo nakypop se torna en revancha y manda todo al carajo votando a Cleto, el Lole o quien sea por el sólo hecho de no bancarse la vendida de buzón de las corporaciones o por su gorilismo genético y enano?

Después me respondí, puta madre, si este no es un proceso electoralista, lo que se hace se hace en pos del cambio social, de la recomposición de su entretejido, y no pensando en las elecciones donde además al elegir, el pueblo nunca se equivoca (¿!).

Ironías al margen, hasta uno puede pensar que si bien la posibilidad de derrota electoral en 2011 es posible, el nivel de logros alcanzado por los trabajadores y las organizaciones sociales son un buen blindaje contra futuros cambios de paradigma.

Como decimos ultimamente, de alguna manera la historia se está escribiendo cada día ahora y pareciera muy poca la posibilidad de reescribirse.

Pero ¿Nos resignamos a eso?

Por supuesto que no.