Por Garufa
Parecieran tiempos difíciles para La Corporación estos, pues dos de sus principales arietes sufren una sobreexposición inédita, y no buscada. Y si bien uno de estos elementos, la Farmer Society & Friends, logran hoy disfrutar del pleno primer plano, los muchachos se van de boca y quedan bastante en orsai, sufriendo ellos ahora el desgaste ese que pretenden propinar (convengamos que luego del 28 algo han logrado) al querido gobierno peroncho que hoy tenemos.
Así las cosas los farmes están no tan bien acomodados como ellos quisiesen, no ven el reflejo de su grito de gol en el monumento a los gaitas ni sus supuestos votos a favor a fines de Junio en el Congreso de manera tan definida, y ya perdieron a un par de sus paladines justicieros del pequeño agricultor que decían defender defendiendo a estos crápulas de sombrero Cardón y alpargatas de carpincho.
Pero peor la lleva el hoy niño mimado de la Corporation, el Multimedios Clarín, el cencurador, que cada vez se zarpa más tratando de voltear al gobierno nakipop que cada vez se muestra más firme y marcando la cancha. Es que no sólo quedó bastante expuesto este cacho de papel de diario al escándalo blogero con la censura, una y otra vez, de blogs compañeros, sino que la revuelta no se quedó sólo en la blogosfera, sino también se trasladó a los medios públicos. Ese quetepashaclarín que espetó el compañero Néstor, famoso entre nosotros antes de que el nabo de Tinelli se lo afanara (como hace con todo), fue la foto del querido José Luis al Diario y sus tentáculos. Y vuelve a exponerse, porque por pelele no parece entender de negocios turbios, y se mete y se cree que se los van a respetar para así poder seguir con el choreo, entonces Don Julio, vivo si los hay, les amenaza con sacarles el fobal, su joyita, lo que más guita les dá pues es por lo que menos guita ponen, para dárselo, en desición, a su peor enemigo, el gobierno montonero. Y el Grupo se desespera nuevamente, y ya aparece en todas sus pantallas y hojas autocitánose, autoreferenciándose, autovictimizándose, quedando más en orsai que sus amigotes granjeros, sufriendo un desgaste casi impensado en sus ya más de 60 años de vida, sabiendo que si la pelota comienza a rodar, y ellos no están ahí para filmarla, la gente se olvidará pronto de la trifulca.
Así las cosas la Corporación pareciera desacomodada, el fobal se morfa la pobreza, y sus dos mejores soldados comienzan a sufrir ese desgaste que alguna vez intentaron propinar como golpe de KO. Pero en el cuadrilátero, el rival sigue en pié, moviéndose demasiado rápido para sus gustos, yendo de allá pa' acá con total independencia, y sabiendo que no está dispuesto a tirar la toalla, por más apuestas que hayan arreglado su manager y el de este boxeador confundido, desauciado, desgastado, que empezó la pelea como favorito 9 a 1, y, en este round, ni siquiera sabe si llega al final.
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