Locos lindos de mi pueblo

Por Garu o Franco, indistintamente

Hoy, Alejandro Navarrete

En los pueblos pareciera imperioso ser reconocido. Claro, si nos conocemos todos, no basta con eso, hay que subir un escalón más para sostener el ego vilipendiado, entonces es necesario ese reconocimiento. Un nivel más.

Y para ello pareciera imperiosa también la portación de apellido. Con un buen ayodepi basta, sino, la cosa se pone cuesta arriba. Billetera mata galán. Aunque la billetera esté algo seca, con hitoria de la flia a veces basta.

Así que los que no nos congraciamos con el identificador genético-familiar, la tenemos jodida. Nos salva alguna plaquita de bronce en la puerta de nuestra casa, o un buen auto tal vez, pero no mucho más.

Imaginensé entonces esos hijos de laburante que se atreven a ir un poco más allá, y que de yapa no responden a la estética aristócrata-burguesa en al que se evalua el pueblo. Lo menos que son, unos loquitos de mierda.

A ellos, y por una vez sin ironía, queremos reivindicar con este nuevo espacio, al mejor estilo del cro. Hugo .

Alejandro, hijo de ladrillero, fue ladrillero también. Pero si por algo lo recordamos, es por su enorme conocimiento sobre el fútbol y la historia del mismo, una verdadera enciclopedia. De esos que te recitan en un equipo, jugador por jugador, año por año, ya sea a nivel local o nacional. ¿Cómo se pueden guardar ordenadamente tantos datos en una cabeza me pregunto?

Recuerdo un afinal de esas de mundial de veteranos, ya ni me acuerdo como se llamaba, ni si se sigue jugando. Argentina le ganó a Brasil. Que buenas tortas fritas me comí esa tarde.

Gustosísimo jugador de ajedrez, se le ha ganado más de un partido, je; también es un gran buscavidas, no sólo vendiendo pochoclo con su carrito, sino también juntando diarios y papeles con su bolsa de tela colgada al hombro, y hasta a veces, con una carretilla.

Navarrete tranquilamente podría estar hoy compartiendo la mesa de cualquier radio o redacción de cualquier publicación analizando el fútbol y otras cosas. Pero su historia no pudo con el prejuicio del pueblo. Hace rato que no me lo cruzo, que no lo escucho. Habla mucho sí, ja. Pero tiene qué decir, aunque no parezca.

Desde este humilde y para muchos incómodo espacio, te mandamos un abrazo reivindicatorio Alejandro. Valés mucho más que unos cuantos hijos de puta que compraron su reconocimiento.

De eso, estate seguro.