A raíz de esta levantada de nota de Fontevecchia que hace SinDioses en Catanpeist y por sobre todas las cosas de lo que dice este párrafo:
"Hasta ahora no se ha alumbrado, o no se conoce, una estrategia de respuesta a los embates, más allá de golpear ciegamente desde la línea editorial del diario, a través de tapas negativas para el Gobierno".
se hace evidente entonces esa alegoría hacia Yabrán que le comento en el post.
Si el poder es Impunidad y el poder además se consigue siempre manteniendo al otro en deuda, nada mejor que ocultar el rostro en la oscuridad del despotismo para asegurarse el máximo beneficio de la dominación, del miedo.
El atacar como partido y defenderse con la libertad de prensa, como decía el Chacho, es eso, esconder la geta de los verdaderos intereses.
Como bien dice la nota, Clarín siempre funcionó así, presionando, negociando y logrando, y de ser necesario, expulsando y encubriendo, robando y apropiando.
Ni siquiera en sus últimos momentos sus víctimas se animaban a atacarlo.
Y la impunidad, hay que decirlo, te adormece, el sentirte el más poderoso, te pierde. Pregúntenle sino al Ejercito Israelí por su última aventura en el Líbano contra el Hezbollá.
Y la historia por ahí te suelta la mano. Clarín poco pudo negociar con el Gobierno, no captó que en 2003 se hacían cargo de la conducción del país un grupo de veteranos militantes setentistas (junto con unos no tan veteranos), que como muchos de sus compañeros de esos años, tienen a sus convicciones como máximo valor, incluído claroestá, la revalorización del peronismo. Se puede creer en eso todavía. No vieron en ellos a unos bastardos de la aristocracia política, ni que la historia, una vez más, con azar y violencia, los puso en el poder a pesar del tan poco veintipico por ciento. Papa pal loro se habrán dicho.
Y es increíble que su máxima victoria, la 125, haya sido también el principio de su perdición, su foto en la playa, esa que le develaba el rostro; y fue perdiendo cada vez más. La falta de sentido de la realidad y el exceso de impunidad quedó más que demostrada con la subestimación que tuvieron, por ejemplo, por un pez tan o más gordo que el propio Grupo, Don Humberto, y una de sus usinas económicas, por blanco y por negro, dejó de responderles.
Ya está, todo lo que al Grupo le implica hoy está develado, se los podrá creer o no culpables, pero su rostro está fotografiado y hoy su nombre ocupa la primera plana no sólo de sus diarios.
Y ahí el poder de la libertad de prensa para defenderse se diluye, y la incapacidad de doblegar al enemigo lo evidencia cada vez más y lo incapacita de encontrar la forma del cómo, porque cada vez es menos creíble.
Hoy el Monopolio pareciera debatirse, sin un Presidente de la Nación que lo reciba, cómo estirarle el tiempo al destino, tratando de aprovechar cada gramo de materia que les sea favorable para evitar su debacle y asestar la de la Presidenta. El 2011 parece lejano, y la escopeta de dos caños o el cambio de rostro también.
Yo particularmente disfruto de este intersticio que me da la siempre aburrida y reiterativa historia que tiene a los poderosos como vencedores.
"Hasta ahora no se ha alumbrado, o no se conoce, una estrategia de respuesta a los embates, más allá de golpear ciegamente desde la línea editorial del diario, a través de tapas negativas para el Gobierno".
se hace evidente entonces esa alegoría hacia Yabrán que le comento en el post.
Si el poder es Impunidad y el poder además se consigue siempre manteniendo al otro en deuda, nada mejor que ocultar el rostro en la oscuridad del despotismo para asegurarse el máximo beneficio de la dominación, del miedo.
El atacar como partido y defenderse con la libertad de prensa, como decía el Chacho, es eso, esconder la geta de los verdaderos intereses.
Como bien dice la nota, Clarín siempre funcionó así, presionando, negociando y logrando, y de ser necesario, expulsando y encubriendo, robando y apropiando.
Ni siquiera en sus últimos momentos sus víctimas se animaban a atacarlo.
Y la impunidad, hay que decirlo, te adormece, el sentirte el más poderoso, te pierde. Pregúntenle sino al Ejercito Israelí por su última aventura en el Líbano contra el Hezbollá.
Y la historia por ahí te suelta la mano. Clarín poco pudo negociar con el Gobierno, no captó que en 2003 se hacían cargo de la conducción del país un grupo de veteranos militantes setentistas (junto con unos no tan veteranos), que como muchos de sus compañeros de esos años, tienen a sus convicciones como máximo valor, incluído claroestá, la revalorización del peronismo. Se puede creer en eso todavía. No vieron en ellos a unos bastardos de la aristocracia política, ni que la historia, una vez más, con azar y violencia, los puso en el poder a pesar del tan poco veintipico por ciento. Papa pal loro se habrán dicho.
Y es increíble que su máxima victoria, la 125, haya sido también el principio de su perdición, su foto en la playa, esa que le develaba el rostro; y fue perdiendo cada vez más. La falta de sentido de la realidad y el exceso de impunidad quedó más que demostrada con la subestimación que tuvieron, por ejemplo, por un pez tan o más gordo que el propio Grupo, Don Humberto, y una de sus usinas económicas, por blanco y por negro, dejó de responderles.
Ya está, todo lo que al Grupo le implica hoy está develado, se los podrá creer o no culpables, pero su rostro está fotografiado y hoy su nombre ocupa la primera plana no sólo de sus diarios.
Y ahí el poder de la libertad de prensa para defenderse se diluye, y la incapacidad de doblegar al enemigo lo evidencia cada vez más y lo incapacita de encontrar la forma del cómo, porque cada vez es menos creíble.
Hoy el Monopolio pareciera debatirse, sin un Presidente de la Nación que lo reciba, cómo estirarle el tiempo al destino, tratando de aprovechar cada gramo de materia que les sea favorable para evitar su debacle y asestar la de la Presidenta. El 2011 parece lejano, y la escopeta de dos caños o el cambio de rostro también.
Yo particularmente disfruto de este intersticio que me da la siempre aburrida y reiterativa historia que tiene a los poderosos como vencedores.
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