Y sí, año laboral nuevo, discusión salarial nueva. Leemos hoy en LaDorrego declaraciones del Intendente Municipal Fabián Zorzano, radical él, respecto a un posible aumento del 10% en los salarios de los empleados municipales.
Y luego la reacción obvia del dirigente y compañero (?) Domingo Fortunato, representante gremial de los trabajadores en cuestión.
En una lectura rápida uno puede concluir que Fabián y quien lo asesoró le chingaron fiero, no son él y su mesa chica los dueños de los valores de los sueldos de los municipales. Y como una de las partes de la negociación, la que otorga el dinero a cambio de la prestación, tampoco puede ser él quien tome la iniciativa, no al menos públicamente.
Por eso creo que es correcta la exasperación de "Coco" Fortunato, por más que no filie al proyecto nacional y popular y sí al Denarvaísmo.
También podemos decir que el 10% ofertado por el municipio es un valor de incremento esperable, pero si antes se escucha el reclamo de los trabajadores, digamos de un 20%, como para llegar a un 15%, siempre hablando de los primeros 6 meses. De todas maneras no pareciera el aumento en cuestión el problema, si no lisa y llanamente la recomposición salarial de los que recién comienzan, y ni hablar de los contratados, mucho más vulnerables. Esto analizado desde la óptica que entre las partes no hubo charla a espaldas de los trabajadores.
Eso si, nobleza obliga, no especifica el Intendente que el aumento de ese 10% sea también para él y sus funcionarios políticos, como sugiere el gremialista. Pero es evidente que $1500 es magrísimo para un trabajador del estado, y $10000 (ese es el sueldo que denuncia Fortunato percibe el intendente) es grosero, para ser suave, si lo comparamos con esos 1500. Ni hablar de los funcionarios políticos que en su mayoría desarrollan otras actividades económicas de alta rentabilidad, a diferencia del laburante municipal, y que hay en exceso, si se quiere.
Sin embargo quería llegar a otra cuestión, que a veces pareciera ser la fundamental, y es cómo en varias dependencias del estado, desde educación a sanidad o municipales, los empleados son vistos como gasto, y de ahí que sean los primeros en sufrir las consecuencias de los ajustes (junto a los jubilados). Por eso estaría bueno entonces también ver qué proyecto de país se defiende o se ataca. Paradójicamente, como en muchos otros lados, el Municipio es acá, junto con el Ministerio de Educación, quienes más, por lejos, emplean, por lo que la lógica empresaria que imperó (e impera muchas veces) desde el '76 automáticamente pauperiza esos sueldos, ya que no surgen o no se favorecen otros proyectos productivos con significante mano de obra.
Todo esto en el contexto, a pesar de las tapas de Clarín, de la considerable expansión económica y laboral que goza el ispa, y que obviamente, para que de una vez se entienda, genera sí o sí inflación, acompañada claroestá, de aumentos salariales. El desafío de nuestros pueblos rurales es entonces cómo insertarnos en el mecanismo industrial del valor agregado generador de mano de obra y quitarnos de una buena vez la pilcha de que somos parte del granero del mundo, entendiendo que "el campo" es apenas un engranaje más, valedero, por supuesto, pero no determinante.
Ojalá que los compañeros municipales no le tengan miedo al reclamo, y que sepan que su sindicato y sus compañeros son su mejor defensa. Es parte de la política, de su construcción diaria, y hoy Fabián, aunque a muchos compañeros no les guste, es casi que el mejor político con el que se puede contar para llegar a buen puerto con esa negociación.
Y luego la reacción obvia del dirigente y compañero (?) Domingo Fortunato, representante gremial de los trabajadores en cuestión.
En una lectura rápida uno puede concluir que Fabián y quien lo asesoró le chingaron fiero, no son él y su mesa chica los dueños de los valores de los sueldos de los municipales. Y como una de las partes de la negociación, la que otorga el dinero a cambio de la prestación, tampoco puede ser él quien tome la iniciativa, no al menos públicamente.
Por eso creo que es correcta la exasperación de "Coco" Fortunato, por más que no filie al proyecto nacional y popular y sí al Denarvaísmo.
También podemos decir que el 10% ofertado por el municipio es un valor de incremento esperable, pero si antes se escucha el reclamo de los trabajadores, digamos de un 20%, como para llegar a un 15%, siempre hablando de los primeros 6 meses. De todas maneras no pareciera el aumento en cuestión el problema, si no lisa y llanamente la recomposición salarial de los que recién comienzan, y ni hablar de los contratados, mucho más vulnerables. Esto analizado desde la óptica que entre las partes no hubo charla a espaldas de los trabajadores.
Eso si, nobleza obliga, no especifica el Intendente que el aumento de ese 10% sea también para él y sus funcionarios políticos, como sugiere el gremialista. Pero es evidente que $1500 es magrísimo para un trabajador del estado, y $10000 (ese es el sueldo que denuncia Fortunato percibe el intendente) es grosero, para ser suave, si lo comparamos con esos 1500. Ni hablar de los funcionarios políticos que en su mayoría desarrollan otras actividades económicas de alta rentabilidad, a diferencia del laburante municipal, y que hay en exceso, si se quiere.
Sin embargo quería llegar a otra cuestión, que a veces pareciera ser la fundamental, y es cómo en varias dependencias del estado, desde educación a sanidad o municipales, los empleados son vistos como gasto, y de ahí que sean los primeros en sufrir las consecuencias de los ajustes (junto a los jubilados). Por eso estaría bueno entonces también ver qué proyecto de país se defiende o se ataca. Paradójicamente, como en muchos otros lados, el Municipio es acá, junto con el Ministerio de Educación, quienes más, por lejos, emplean, por lo que la lógica empresaria que imperó (e impera muchas veces) desde el '76 automáticamente pauperiza esos sueldos, ya que no surgen o no se favorecen otros proyectos productivos con significante mano de obra.
Todo esto en el contexto, a pesar de las tapas de Clarín, de la considerable expansión económica y laboral que goza el ispa, y que obviamente, para que de una vez se entienda, genera sí o sí inflación, acompañada claroestá, de aumentos salariales. El desafío de nuestros pueblos rurales es entonces cómo insertarnos en el mecanismo industrial del valor agregado generador de mano de obra y quitarnos de una buena vez la pilcha de que somos parte del granero del mundo, entendiendo que "el campo" es apenas un engranaje más, valedero, por supuesto, pero no determinante.
Ojalá que los compañeros municipales no le tengan miedo al reclamo, y que sepan que su sindicato y sus compañeros son su mejor defensa. Es parte de la política, de su construcción diaria, y hoy Fabián, aunque a muchos compañeros no les guste, es casi que el mejor político con el que se puede contar para llegar a buen puerto con esa negociación.
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