¿Víctimas, complices y culpables?

A esta altura de las cosas, que los exámenes de ADN a Felipe y Marcela no puedan realizarse porque en sus calzones se hayan encontrado muestras genéticas distintas, como que ya harta y tal vez provoque una de las cosas que se busque provocar, el distanciamiento de muchos de nosotros para con estos dos chicos, y el aumento de la bronca para con ellos.

La justicia por la apropiación de bebés busca, ya lo sabemos, restituir la identidad al apropiado, no sólo para él, sino también para su familia biológica, que lo está buscando o que lo cree muerto. Además busca reconstruir la historia para dar con los apropiadores para que cumplan con la pena que les compete. De esto podemos inferir entonces que todo aquel que entorpezca la investigación es cómplice de aquel que pudiera ser descubierto. Esto lo venimos diciendo hace rato y hasta comparamos con el síndrome de Estocolmo sin saber muy bien si son comparables. Pero lo que más me atraviesa el espinazo no es el hecho de la complicidad, sino el de la culpabilidad ¿Quién es en definitiva hoy, en última instancia, culpable también de que los familiares, y sobre todo las abuelas, sigan con la incertidumbre de saber si sus nietos están vivos o no, cuando ya tienen la certeza de que sus hijos han muerto?

Sin embargo tal vez estos dos jóvenes sean nada más que víctimas de uno de los casos de manipulación o extorsión más importantes de la historia y uno caiga en la trampa de embrorcarse con ellos sin comerla ni beberla. Vaya uno a saber...