El compañero Carlos Marín nos manda su último artículo, que también se puede leer, como hacemos de un tiempo a esta parte, en Télam:
Es una verdad de perogrullo que el Estado no es el gobierno, pero no es menos cierto que la administración del Estado sí la ejercen los gobiernos y, en tal sentido, las políticas que la representación estatal ejerza van a ir en la dirección ideológica de quien, en determinado momento, esté al frente de esa representación.
Hay una idea que el Estado Liberal deja librado todo o casi todo a las fuerzas del mercado y que él mismo no realiza regulaciones, sino precisamente, son la oferta y la demanda las que, en definitiva, van definiendo los designios de una sociedad que se irá nivelando asimismo, conjuntamente, con la superación individual transformada en “sana competencia”.
Ello ha traído como consecuencia errores conceptuales, como ser el Estado Liberal es “Neutral” o aquel concepto que, inclusive, se utiliza para hacerle imputaciones y que se da a conocer como la “retirada” del Estado.
Nada más lejos de ello, ni el Estado Liberal es neutral, ni se retira, por el contrario interviene e interviene fuertemente.
La experiencia Argentina demuestra a las claras y sin cortapisas esta cuestión.
Lo singular de todo ello es que la mayor regulación del estado liberal se da en dos campos fundamentales para la concepción de una sociedad y, donde paradójicamente, “dice” no intervenir. Estos son: los campos de la economía y el trabajo (o sea en el Capital y el Trabajo).
Acá el resto
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