Sarasa comparable a esto de que se juega como se vive. Pensamiento tan egoísta como el que se critica del pueblo al que se le otorga el merecimiento del gobierno que elige. Gran hijaputez.
Hablando de hijaputez ¿Hay pueblos hijos de puta? ¿El pueblo argentino en en segunda mitad de los '50 o '70 (por nombrar algunas décadas nomás) era hijo de puta? ¿Lo fue el alemán de los '30 y '40? ¿Lo es el israelí o el yanqui acaso? ¿Cómo un pueblo puede ser hijo de puta? Habrá tipos y tipas que lo son, por los que habrá entonces tipas y tipos sometidos ¿Es que acaso esos se merecen los gobiernos hijos de puta que seguramente favorecerán a los tipos y tipas hijos de puta? No. Esos pueblos con preponderancia de hijos de puta justamente se merece gobernantes justos, defensores de los más vulnerables.
¿Habrá entonces pueblos tontos que se merezcan gobernantes tontos? Lo mismo que en el caso anterior. Pero ponéle que asumamos que un pueblo es "tonto", hay que ser hijo de puta para desearle un incapaz gobernando. Muy hijo de puta.
Los pueblos todos se merecen gobernantes que protejan a los más débiles, esto que dijo Lula, que proteja a los que necesitan del Estado por sobre todas las cosas. Los hijos de puta no lo necesitan.
¿Será la democracia representativa y el voto universal, directo y secreto la mejor manera? Uno supones que sí. Ojalá la meritocracia se cuele más seguido en nuestra forma de elegir. Nosotros hemos tenido mucha suerte en ese sentido.
4 comentarios:
Era hora, Manuel, porque de ahí para atrás, cuanto nos persiguió la mala suerte.
Pero claro,los pobres gauchos de a pie ya están curtidos de hambre,frío e injusticias,los débiles necesitan grandes mansiones con piscina,autitos de medio palo verde para que no caiga su autoestima,un ejército de sirvientes,y joyas,y....
Hay que seguir ayudando a los mas débiles,que los pobres son fuertes.
O su nivel de ironía es exquisito compañero moscón, o tuvimos un desentendimiento (¿?).
Bastante mala suerte por años cro. Daniel
Como pa orientarlo,me alejé un cachito del tema posteado porque todavía me resuena el chasco capitalino.
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