miércoles, 3 de abril de 2013

La naturaleza es la menos culpable


Epecuén se había desarrollado como destino turístico desde su fundación, el 23 de enero de 1921. Fue el refugio de miles de abuelos que buscaban alivio en la salina para los problemas en los huesos, las articulaciones y la piel. También el de cientos de judíos que la eligieron y adoptaron como lugar de veraneo por las similitudes de las propiedades del agua con las del Mar Muerto. Hasta el día de la inundación llegó a contar con una capacidad hotelera de 5000 camas distribuidas en 220 establecimientos entre hoteles, pensiones y residencias. La industria del turismo también convivió con la de la explotación de la sal que se usaba en el rubro farmacéutico y la fabricación del vidrio.

El comienzo del fin. En 1975, el gobierno provincial construyó el canal Ameghino, una obra de ingeniería que conectaba varias cuencas y regulaba el caudal de agua en todas las lagunas de la región. Con este sistema ninguna se secaría y no había riesgo de inundación. Pero no se controló más a partir del golpe de Estado de 1976. "Se abrió la canilla, pero no se la cerró más", graficó Rubén Besagonil, un ex poblador de Epecuén. Lo que intentó ser la solución de un problema terminó condenando a la villa.

Desde 1980 la laguna creció entre 50 y 60 centímetros por año y amenazaba con rebasar el terraplén construido para proteger al pueblo. Nadie pensaba en lo peor, pero la tragedia ocurrió y, cuando la protección se quebró, no hubo vuelta atrás.

¿Qué pasó con todos los pobladores? A pesar que se resignaban a irse del pueblo tuvieron que rehacer su vida como pudieron, de cualquier modo. La mayoría le inició juicio al gobierno provincial. Algunos cobraron el 50 por ciento del valor de la propiedad y los que pudieron esperar recibieron lo que les correspondía, pero 15 años después. "Nos quedamos sin plata, sin casa y sin trabajo. Fue muy difícil. Se siente tristeza e impotencia porque se podría haber evitado.", lamentó Ricardo Zappia, otro ex habitante, sentado sobre los escombros de lo que fue su hotel.

En los últimos cincos años el agua bajó varios metros y hoy quedan pocas cuadras inundadas. El pueblo está resurgiendo de una inundación y se espera que el próximo verano todas las ruinas estén en la superficie. Ofrecerá un atractivo diferente: sólo se verá el recuerdo de lo que fue el epicentro turístico de la región.

http://www.lanacion.com.ar/1271457-epecuen-el-pueblo-que-emergio-de-las-aguas

2 comentarios:

Moscón dijo...

En Melincué pasó algo parecido,y lo mas emblemático es La Picasa.
Aquí en Sanatafé los únicos que pueden hacer drenajes truchos son terratenientes (como Del Sel ¿vio?).

JFLasailunga dijo...

Allá por los años '58/'60 y como consecuencia de la prolongada sequia de los años '52/53 la Laguna Epecuén había disminuído su nivel a tal punto que de Villa Lago Epecuén para llegar a bañarse había que recorrer unas 25 cuadras y la profundidad había disminuído a tal punto que se lo podía cruzar caminando.Esta situación tenía movilizada a las fuerzas vivas de la localidad y del Carhué mismo, que suponian que se iba a secar, y por lo tanto eliminar la atracción turística.
Insistieron tanto ante las autoridades Provinciales, que el MOP ordenó a la Direccion de Hudráulica (donde yo trabajaba entonces) buscar una solución. Nuestro criterio era que era solo una cuestión de tiempo, basandonos en las estadísticas meteorologicas de registro de lluvias, para que la naturaleza recompusiera los niveles.
No obstante ante la presión de los Carhuenses, se modificó el curso de dos arroyos, que desaguan la vertiente oriental de la Sierra de la Ventana (uno de ellos El Huáscar y el otro no lo recuerdo) tributarios de la cuenca del Vallimanca para que alimentaran la cuenca cerrada de Epecuén que es la cota mas baja de todas las Encadenadas. Se instaló una obra de compuertas en inmediaciones de Est. Piñeyro (al NE de Coronel Suarez) que permitía derivar los caudales a una u otra cuenca según fuera necesario. Esta obra, llamada el partidor Piñeyro, tenía una casa en la que vivía el funcionario de Hidráulica encargado de la operación hacia una o otra cuenca segun las órdenes que se le impartieran a partir de las mediciones que se hacían periódicamente. Y todo funcionó correctamente de acuerdo a lo previsto. El Lago Epecuén fue recuperando su nivel, pero tambien con el tiempo se dio lo previsto en el primer informe que hicimos, o sea que la naturaleza fue haciendo su obra.
Luego de 1976, se impuso la filosofía que "achicar el estado es agrandar la nación". Encuadrado en esa tesitura, cuando el Funcionario encargado de la atención y mantenimiento del Partidor se jubiló, no fue reemplazado. Las compuertas quedaron derivando los caudales hacia Epecuén. Cuando en los '80 llegaron las lluvias toda el agua fué a parar a Epecuen, y la historia ya no es historia, sino crónica de lo actual... Costosísimas obras de bombeo para desagotar Epecuen a Guaminí y de alli al Vallimanca tal como Tata Dios lo habia dispuesto sin tanta inversión y daños.
Ing. José F. Lasailunga (ex funcionario de la Dirección Provincial de Hidráulica del Mop de la provincia de Buenos Aires, felizmente jubilado)

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