jueves, 4 de abril de 2013

la pampa y los hemiciclos climáticos


Según el gran naturalista argento Florentino Ameghino, en la pampa, cada 50 años, el clima cambia considerablemente y con él, las precipitaciones,  por lo que las consecuencias de alterar ese equilibrio, pueden verse luego de varias décadas, como nos ilustrara acá Lasailunga. Esta es una pequeña muestra más que la gran sanata que rodea la "teoría del calentamiento global (hoy más bien cambio clímático pues no les dan las temperaturas) antropogénico" se derrite más rápido que los polos en verano. Baleno lo exhibe acá, pero nuestros lectores saben que nosotros venimos insistiendo con esto desde que empezamos.

Así las cosas, desde las Maldivas y el tsunami hasta la Tolosa de la gloriosa J.B. Alberdi, el verdadero responsable es el hombre capitalista, pero no por el cambio climático, sino por el ansiado progreso individual. Como será la cosa que las mayores obras hídricas en la pampa son hechas por particulares, y en clandestinidad, je.

Así las cosas, es bueno recordar el caso del balneario de Melincué y lo que Ameghino y los pueblos originarios advertían, que oh casualidad! es un calco de lo de Epecuén:

Melincué fue hasta el corrimiento histórico cíclico, desde los años 1970 de las isohietas, la vedette turística indiscutible de la región. Situado a orillas de la laguna homónima, el poblado creció dinámico y pujante al compás de las miles de personas que llegaban para combatir en sus aguas saladas los embates del verano pampeano.
A principio de los años 1930, una compañía construyó un majestuoso hotel sobre una de las seis islas naturales de la laguna (cubiertas desde 1980 por 2 m de agua) y lo comunicó con la costa mediante un espigón. La obra era la más importante dentro de una serie de construcciones que conformaban el balneario, único complejo turístico de la zona.
Rápidamente la fama de Melincué y su laguna crecieron; eran años de bonanza y prosperidad en los que llegaban turistas de todo el país. Fue, coincidentemente, en 1933 – año de inauguración del lujoso hotel– cuando la laguna dio su primer aviso. El aumento ese año del régimen pluvial provocó el desborde y el agua ingresó al pueblo. Pero la señal de El Niño, en el Hemiciclo Seco (1920-1970), volvió a provocar el descenso del nivel de las aguas. A nadie de los gobiernos nacional y provincial de aquellos años le interesó tal fenómeno, pese a los antecendentes del Ciclo Húmedo (1870 - 1920) momento en que Florentino Ameghino había advertido la necesidad de establecer un extenso sistema de prevención y regulación (incluyendo el alamacenamiento) del recurso hídrico, pero Ameghino fue desoido, mucho menos atendidos aún fueron los milenarios registros (mantenidos por tradición oral) de los pueblos originarios, sobre las alternancias hemicíclicas inundación/sequía. Nadie supuso en aquel momento que con el correr de los años, las sucesivas crecidas de la laguna acabarían con el idilio de los veraneantes y Melincué. A inicios de los 1950 se decretó la creación de un Parque Nacional que abarcaba al área de Melincué (aún relativamente poco modificada antrópicamente), pero en 1955 se derogó absolutamente el proyecto de crear tal Parque Nacional.
En los años 1970 comenzó el lento ascenso, la laguna gana con cada "año húmedo" tierras cultivables, el hotel queda inutilizado y pasa a ser un símbolo del desastre. Los esfuerzos para evitar que la laguna se extienda como un monstruo son en vano. La gente de la región, la misma que se había jactado de contar con tal maravilla, comienza entonces a tejer un sinnúmero de misterios. “La laguna crece porque es un ojo de mar”, afirman algunos. Otros que la razón de tan “caprichoso” comportamiento responde al curso subterráneo del río Quinto y del río Salado (Buenos Aires), que la alimentan. Inclusive hay quienes apoyando la oreja sobre el suelo, oyen el murmullo de la corriente.
Melincué llegó a tener casi 7.000 hab., pero lentamente, se produjo el éxodo sistemático que aún en el 2006 persiste. En 2005, sus 2.412 hab., añoraban los "años dorados", creyentes de que la benevolencia divina los había privilegiado con un espejo de agua en medio de una planicie chata y aburrida... pero los miles de años de vivencias climáticas de los pueblos originarios, fueron extinguidos.
Pero mucho puede hacerse para rescatar los trabajos técnico-intelectuales de Florentino Ameghino, ya que sus proyectos son perfectamente practicables con una inversión relativamente baja.

http://es.wikipedia.org/wiki/Melincué

1 comentario:

Antonio (el Mayolero) dijo...

Y contemos tambien que ahora se suma un nuevo ingrediente, que es la siembra directa, que en alguna forma está reduciendo la capacidad de absorción de los suelos agrícolas, sobre todo en ocasión de lluvias torrenciales (mucha precipitación en poco tiempo).

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