domingo, 12 de mayo de 2013

La opo ya tiene su candidato, el dólar blú


Ah sí, mirá vos:

Horas después de que cerraran los mercados el jueves y el dólar ilegal terminara 40 centavos por debajo del día anterior, uno de los comunicadores afines a la cosmovisión del Grupo Clarín reconoció: "Si el gobierno frena el blue, gana las elecciones caminando, enfrente no hay nada."

Aunque parezca una simplificación de la realidad –de hecho, lo es–, no resulta descabellado pensar que en términos conceptuales hoy, ante la ausencia de un partido político (o grupo de partidos) con un proyecto consistente, el principal oponente que tiene el gobierno es el segmento más recalcitrante del establishment que, por razones políticas e ideológicas, se quiere sacar de encima a esa pesadilla llamada Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, ante la ausencia de una partido aglutinante, el principal mecanismo que tiene a mano el poder económico para apostar a la descomposición política de Cristina o asegurarse un giro progresivo hacia la derecha, es avanzar hacia una devaluación. En este sentido, el dólar ilegal forma parte del proceso preparatorio. El engorde progresivo y continuado del blue persigue dos objetivos. Por un lado, generar un clima de inestabilidad económica que deteriore seriamente las expectativas y detengan cualquier proyecto de inversión a la espera de que se dirima la pulseada entre el fantasma de los mercados y el poder político. Por el otro, las tapas de los diarios anunciando todos los días el aumento del blue generan zozobra entre los sectores medios acostumbrados a convivir con dos monedas: la de uso diario, el peso, y la otra, el fetiche del dólar. Esta es una característica propia de ciertos sectores desclasados, que se saben trabajadores y argentinos pero sueñan con ser empresarios y vivir en los Estados Unidos o en Europa. En definitiva, la concepción cultural más profunda del dólar está asociada más a un simbolismo que a una necesidad fáctica de la vida cotidiana. Son muy pocos los momentos de la vida en los que el dólar resulta de utilidad pero el atesoramiento de dólares le da, particularmente al porteño de clase media, una sensación de seguridad.

Acá el resto

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