Belgrano y Néstor

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Por eso, cuando unos días antes de asumir como presidente recibió la visita del vicedirector del diario La Nación, José Claudio Escribano, decidió no escucharlo. Allí, Escribano sacó una hoja con cuatro o cinco puntos que identificó como aquellos a los que el nuevo gobierno debía ajustarse para mantener la gobernabilidad. “Doctor –le respondió Néstor Kirchner–, ocurre que usted y yo tenemos visiones distintas del país. Como es difícil que nos pongamos de acuerdo, sería importante que nos tratáramos con respeto…”,  relata Walter Curia en El último Peronismo. La cara oculta de Kirchner. Así, el nuevo presidente le anunció al diario La Nación el fin del pensamiento único en la Argentina. Paradójicamente, Kirchner le anticipa a su interlocutor, supuestamente liberal–democrático, el advenimiento de una esfera pública mucho más compleja, producto de la multiplicación de discursos diversos y legítimos. Kirchner fue claro: no podía haber una recuperación de la política y del Estado en el país sin nuevos discursos. Sin pensamiento alternativo. Feinmann dice que “este gobierno (el de Néstor y también el de Cristina) es el que más intelectuales ha convocado espontáneamente en toda nuestra historia”. Con esos intelectuales y con muchos de sus dirigentes, Kirchner –y Cristina–  trabajaron para construir pensamiento alternativo. Pasados los años, ese pensamiento alternativo circula, aún con dificultad, aún con esfuerzo, en la opinión pública. Entonces, los estrategas del pensamiento único comienzan a alarmarse.  Y recurren a Gramsci, a Laclau y a Beatriz Sarlo para entender lo que sucede. Que el kirchnerismo haya comenzado a ser pensado desde afuera, desde la derecha, aumenta el desafío: el de redoblar los esfuerzos por pensar en interioridad, por reflexionar, debatir, intercambiar, por pensar más rápido, mejor, y con mayor densidad. Bienvenidos al campo de la democracia. Ojalá persistan. También por eso Néstor ya es leyenda: a seis meses de su partida, la vieja derecha está obligada a pensar y no sólo a impugnar.