viernes, 20 de mayo de 2011

Debemos ser Néstor


El profe RLV nos manda esto:


El líder sirve a otros, pero cuando es mujer se convierte en un blanco obvio. La influencia presidencial es difícil de garantizar y fácil de perder. Si sus alianzas decaen, surge la brecha entre lo que se espera del líder y la chance de lograrlo. Es el problema de quien está en la cima: saber mandar, no estar allí de florero, como De la Rúa. Por ello es esencial prever el mañana y vigorizar la estrategia futura. Cristina no puede contar con nadie que piense por ella. Así es el sistema presidencialista. Para hacer cumplir su voluntad juega todos los roles, como si usara todos sus vestidos al mismo tiempo. No especula: “¿Estaré mejor el mes tal, o peor y con quién, si ahora hago X cosa y no Y?” Es una estadista, avanza. Y baja línea. Sabe que la búsqueda de poder (limitada por la Constitución) cuenta. Por supuesto, el poder sin formación, como confesaba Duhalde (“No sé nada de economía”) es aterrador. Igual que el saber en el vacío, no probado en la práctica. Cristina, en cambio, posee experiencia; Néstor la custodió, como Perón a Evita. Y es la garantía de que el modelo se profundice.


No hay lealtad más cercana a la de Néstor que se pueda ofrecer que la de tener como máxima aspiración, justamente, la militancia por el proyecto y la continuidad de nuestra Conductora.

Esto justamente leí, de la misma nota, luego de escribir lo anterior:

Una pareja política es ardua: en ese oficio de egos, se accede a amar a un/una igual. Hoy ella se siente más frágil que nunca. Con Kirchner no se enterró a un hombre sino una idea del hombre que no debería sepultarse: la del que lucha por los demás. Al callar su voz, al irse él, semeja que la abandonó. Pero gran parte del pueblo la acompaña. En ese espejo solidario se refleja Kirchner y nos reflejamos muchos. Todos debemos ser Néstor para Cristina. Un apoyo. Pues, sin duda, Kirchner ratificó ante el pueblo que era igual a como se define Sartre al final de Las palabras: un hombre “hecho de todos los hombres, que vale lo mismo que todos y lo que cualquiera”. Cristina, heredera de esa mística, para mejorar la vida de la gente pide ayuda, como una simple argentina más. Pero es quien conduce.

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